“Oh Jehová, tú me has examinado y conocido. Tú has conocido mi sentarme y mi levantarme; Has entendido desde lejos mis pensamientos. Has escudriñado mi andar y mi reposo, Y todos mis caminos te son conocidos. Pues aún no está la palabra en mi lengua, Y he aquí, oh Jehová, tú la sabes toda.”.
Salmo 139: 1-4
Afortunadamente, nuestra historia no termina ahí. Jesús nos ve en nuestra debilidad y se identifica con nuestro dolor. Por Su gracia, Él nos encuentra donde estamos, nos atrae hacia Él y nos sana (Efesios 2: 4-5). A través de la vida perfecta de Jesús, la muerte en sacrificio y la gloriosa resurrección, nuestra barrera se ha derrumbado. En Él tenemos cariño y aceptación. En Él somos perfectamente escuchados, íntimamente comprendidos y amados incondicionalmente.
Esa tarde, tuve la oportunidad de trabajar con Allexa uno a uno. Usando un viejo rompecabezas al que le faltaban partes, escondí las piezas detrás de mi espalda y le enseñé a Allexa a juntar sus manos para pedir “más” Después de practicar juntos un par de veces, le pedí a Allexa que pidiera “más” piezas de rompecabezas usando su nueva habilidad de lenguaje de señas. Inmediatamente estalló en una gran sonrisa, usando con alegría el letrero y dándome un abrazo cada vez que recibía una nueva pieza del rompecabezas.